martes, 3 de febrero de 2015

EL VINCULO AFECTIVO

Importancia del Vínculo Afectivo
Hoy en día sabemos muy bien, desde la psicología infantil, que tiempos insuficientes o de mala calidad pueden determinar en nuestros hijos pequeños, inseguridad, miedos y retraimiento.

En algunos casos hablamos del Trastorno del vínculo cuando se han producido rupturas traumáticas en el lazo afectivo niño-madre desde las etapas más tempranas. Diversas pueden ser las causas: abandono, maltrato, separaciones, niños ingresados en centros de acogida y posteriormente adoptados, niños que han estado en incubadoras, etc.
La sintomatología se manifiesta desde un retraimiento extremo a conductas disruptivas que cursan con hiperactividad, déficit atencional e impulsividad entre otros.
Pero no siempre hacen falta grandes traumas para que un niño pueda desarrollar problemas de vinculación. Las largas horas de trabajo de muchos padres, los sustitutos temporales, la guardería en etapas anteriores a 2 años, no facilitan que se establezcan los tiempos y la calidad de relación que muchos niños necesitan.

La mayoría de niños que presentan alteraciones en el vínculo afectivo suelen poner a prueba constantemente el amor de sus padres y los lazos que tienen en común. Lo más paradójico es que lo hacen mediante un proceso sutil de exigencias, manipulaciones, mentiras e, incluso, utilizando comportamientos agresivos y violentos hacia las personas que quieren. También, a veces, contra ellos mismos.
Es como si necesitaran constantemente reafirmar la presencia física y la proximidad de los padres, aunque sea para que les riñan.
Otros niños presentan somatizaciones frecuentes (dolores de cabeza, supuestas enfermedades para conseguir la atención de la madre).
Pueden aparecer manifestaciones verbales del tipo “nadie me quiere” o “me gustaría morirme.” De hecho un trastorno del vínculo puede derivar hacia un cuadro depresivo.

Algunas veces la sintomatología se presenta de forma tardía durante el crecimiento del niño y cuando la seguridad alcanzada en su momento se pierde debido a algún hecho que irrumpe bruscamente en la vida del niño (enfermedad de la madre, separación de los padres, pérdida de alguno de los padres, cambios repentinos de residencia, etc).

Cada niño es diferente y por lo tanto habrá que analizar con cuidado su propia historia y sentimientos así como otros factores de riesgo presentes.


Estrategias sugeridas para los padres que desean mejorar el vinculo afectivo con sus hijos


  • El primer objetivo es explicar a los padres o tutores el origen del problema. A partir de esta comprensión, como estrategia general, hay que potenciar espacios de comunicación diaria con el niño. Priorizar la calidad versus la cantidad en la interacción.
  • Fomentar que explique sus sentimientos y emociones (tristeza, alegría, etc.) más que lo que ha hecho (jugar, ir de excursión, etc.). Al respecto puede utilizarse el Diario emocional donde se registrará diariamente una cosa que el niño ha vivido positivamente y otra en la que debe mejorar. Esto debe servir de base para que los padres razonen con él los aspectos de sus sentimientos y comportamiento que les preocupa. Normalmente esto puede hacerse por la noche justo antes de acostarse.
  • Marcar muy claramente las consecuencias de las conductas que queremos corregir (castigos) pero, cuando ocurre la conducta, no le gritemos ni intentemos pedirle explicaciones, o razonar lo sucedido. Para ello podemos utilizar el espacio nocturno del "Diario emocional" donde todos ya estamos más relajados.
  • Cuando se produce una conducta inadecuada que queremos corregir, retiremos (en la medida de lo posible) la atención (tiempo fuera u otros) y hacerle saber que estamos tristes porque él puede hacerlo mejor. De esta forma el niño pasa de ser la víctima a sentirse responsable de la “tristeza” de los padres. Esto puede ser muy eficaz en niños que precisamente tienen temores a la pérdida o distanciamiento emocional de los padres, no obstante debe utilizarse con cautela debido a que hablamos de niños con problemática afectiva.
  • Hay que rechazar las conductas malas del niño, nunca al propio niño. Es decir, le diremos que se ha portado mal pero no que es un niño malo, desobediente, etc.
  • Para trabajar aspectos concretos de su conducta, utilizar la economía de fichas mediante gráficas visuales. Pactar premios por anticipado y definir las reglas de juego.
  • Intentar incrementar el tiempo de ocios juntos.
  • Recordarle cuanto le queremos y lo importante que es él para la familia. Darle protagonismo y saber alabarle la conducta o el trabajo correcto inmediatamente después que lo lleve a cabo.
  • Si hay problemas de impulsividad o atención, podemos incorporar juegos que fomenten la demora de la respuesta y el pensar antes de actuar. Es mejor establecer un horario diario para que podamos estar con él juntos. Estas actividades deben ser vividas por el niño como un espacio lúdico no como unos deberes.
  • Los padres deben ser capaces de abrir, desde muy temprana edad, una puerta en el niño para que pueda dejar salir sus sentimientos y emociones. Saber escuchar, acompañar, conectar con el mundo interior infantil, es la mejor manera de construir un joven sin complejos y con buena autoestima. Todo esto recobra especial importancia en niños que por un motivo u otro han visto truncado el vínculo temprano.